Balance 2020 en el transporte de mercancías marítimo

El impacto del coronavirus en el sector marítimo ha sido enorme en 2020. Parones en la industria y limitaciones de la movilidad han marcado una temporada que ha trastocado el comercio internacional con bloqueos, restricciones y ciclos de tráfico trastocados

Y es que el transporte marítimo se basa en una circularidad que, si se ve perturbada, provoca consecuencias desastrosas para toda la cadena de suministro. Esto sucedió en la primavera de 2020, cuando muchos países entraron en situación de bloqueo y la actividad económica se restringió considerablemente. El personal portuario se redujo al mínimo y con él la capacidad de manipulación de la carga.

Con el objeto de frenar las pérdidas, las líneas navieras recortaron sus flotas en activo, pero esta medida de contención a corto plazo tendría su impacto negativo meses más tarde. Cuando en otoño el mundo comenzaba a recuperar su actividad económica, aumentaron de nuevo los volúmenes de exportación, sobre todo desde Asia a Norteamérica y Europa.

Pero la escasez de barcos se tradujo en una súbita falta de espacio, a la vez que los puertos seguían funcionando con menos personal. Como consecuencia hubo grandes demoras y escasez de contenedores, con lo que los fletes se dispararon al ser la demanda de transporte mucho mayor a la oferta.

Por si fuera poco, se dieron modelos de producción irregulares y por tanto de expedición de mercancías, creando disrupciones en los puertos, siendo algunos penalizados por las líneas navieras debido a los tiempos de espera

Bajan los pedidos de buques

Otra de las consecuencias negativas fue el descenso en los pedidos de buques de nueva construcción, de hasta un 19%. Se trata de un mínimo histórico en los últimos 31 años. El mayor impacto se lo han llevado los encargos de buques graneleros, con un descenso del 58%. En el otro extremo se encuentran los pedidos de metaneros y petroleros de la clase VLCC, los únicos que han aumentado.
Se espera que este descenso en la contratación de los astilleros vaya remontando con el objetivo de descarbonización como protagonista. El operador marítimo AP Moller-Maersk ya ha anunciado que encargará sus primeros buques neutros en carbono en los próximos tres años.

España, descenso del 8,4%

Si trasladamos los datos a lo local, el panorama fue también poco halagüeño. El descenso en el movimiento de mercancías en los puertos españoles fue de un 8,4%, haciendo un total de 505,7 millones de toneladas.

En total, el comercio marítimo exterior español descendió un 10,8% en 2020. Las importaciones registraron una mayor caída (-14,1%) que las exportaciones (-3,9%). Tanto las importaciones de mercancía general (9,7%) como de graneles líquidos (11,9%) y de graneles sólidos (20,7%) registraron fuertes descensos.

Atención especial merece también el desplome del tráfico de pasajeros, sobre todo del sector crucerista, que llegó a ser del 87,1%.

Huelga de estiba en el Puerto de Bilbao

El Puerto de Bilbao registró un año que la Autoridad Portuaria (APB) ha tildado de “pésimo”, moviendo solo 29,5 millones de toneladas en 2020. El tráfico se redujo en un 16,65% con respecto al ejercicio anterior, lo que lo retrotrae a cifras de 2013.

Por el puerto pasaron 5,9 millones de toneladas menos que el ejercicio anterior y el tráfico de pasajeros también cayó un 71,6%, al reducirse los viajes en ferry y cancelarse los atraques de cruceros.

En cuanto al volumen de tráfico de contenedores, ha retrocedido un 22,7% anual, con un total de 485.776 TEUs. En esta cifra ha tenido que ver la pandemia, pero también fue nefasto el impacto de la huelga de los estibadores, a la que se atribuye un 13% del descenso según explicó la APB al presentar los datos.

Especialmente perjudicado por esta huelga se vio el tráfico de productos siderometalúrgicos, llevando a algunas empresas a mover estos productos por otros puertos o modos de transporte, provocando un efecto huida a puertos vecinos como Gijón y Pasaia. 

Aunque no se espera una recuperación instantánea, sí que se esperan mejores cifras para 2021, para lo que se apuesta por mantener la inversión pública y privada en infraestructura.

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