Europa se compromete a liderar la descarbonización del transporte terrestre, marítimo y aéreo

Europa debe acabar con las emisiones de CO2 en el transporte para 2050. Así lo dijo la Comisión Europea el pasado 28 de noviembre al presentar una nueva estrategia climática a largo plazo, tan sólo un día después de que la asociación de transporte Transport & Environment (T&E) concluyera en un informe que la descarbonización del transporte en Europa es necesaria y además viable.

El documento presentado por la Comisión Europea, “Un planeta limpio para todos”, recoge la propuesta que más se acerca a los objetivos del Acuerdo de París, alcanzar las cero emisiones. Eso supone transformar radicalmente todos los sectores y actividades de la sociedad y pone las bases para un plan más concreto que debería estar listo en 2020.

Para el sector del transporte esto implica que los coches de motor de combustión y los camiones deben ser progresivamente eliminados en 2030 y el uso de los combustibles fósiles debe ser desterrado del todo. William Todts, director ejecutivo de T&E, hace hincapié en la necesidad de ponerse en marcha: “si queremos llegar a cero en 2050, tenemos que actuar ya.”

Transporte sin CO2, una prioridad para Europa

En esta aceleración hacia un futuro que olvide el petróleo y el carbón, el transporte,  responsable de cerca del 25% de las emisiones de CO2 de la UE, juega un papel fundamental. No en vano, el transporte es el mayor problema climático de Europa, con un aumento del 28% de las emisiones en su sector desde 1990. Esto significa que es el factor que hasta el momento menos ha conseguido controlarse, en comparación con la industria, la agricultura, la electricidad o los desechos.

El encuentro “How to decarbonise transport: Transport & Environment’s 2050 vision”, celebrado el 27 de noviembre en Bruselas, ratificó la tesis de que el futuro del transporte tiene que pasar por la descarbonización. Allí, Transport & Environment presentó las conclusiones de una investigación que demuestra que la descarbonización es necesaria y posible para todos los modos de transporte.

El informe deja patente esta necesidad, tanto para el transporte terrestre como para el aéreo y el marítimo. Es una investigación que responde al reto marcado por Europa para 2050 y cuya viabilidad queda avalada por este nuevo informe.

Dejar atrás el petróleo en el transporte significa frenar el cambio climático y limpiar nuestro aire, pero también ganar en independencia energética y aumentar la competitividad europea. En palabras de William Todts, director ejecutivo de T&E, “como el mayor importador de combustible fósil del mundo, la UE tiene un gran interés económico en una estrategia que se basa esencialmente en abandonar el petróleo”.

Los técnicos piden mayor compromiso

La Unión Europea ha marcado una prioridad que ha sido técnicamente refrendada con varios estudios, pero ahora llega el turno de que los gobiernos de los países miembros actúen. La próxima cita marcada en rojo para elaborar un plan de medidas más concretas es 2020.

De todos modos, la estrategia presentada por Europa confía en el uso intensivo de la biomasa, algo que T&E ve insostenible, ya que debería ser en gran parte importada desde fuera de la UE. La federación de transporte, en sus análisis, apuesta por una combinación de baterías e hidrógeno para transporte rodado y barcos, así como carburantes sintéticos para aviones.

Hay datos preocupantes, como que las emisiones de gas invernadero procedentes del tráfico marítimo se hayan incrementado en un quinto desde 1990, mientras que las emisiones en aviación se han duplicado. T&E ve esto inadmisible, ya que existe la tecnología para reducir drásticamente las emisiones, pero hace falta que la UE actúe ya que en su opinión la “ICAO y la IMO, las agencias de Naciones Unidas al cargo de los dos sectores, no están cumpliendo.”

En cuanto al transporte por carretera, T&E cree que los líderes europeos deben aumentar la ambición en sus regulaciones para coches, camiones y furgonetas si quieren cumplir el objetivo de 2050, algo que puede conseguirse si la Comisión Europea se pone a la altura de los planes más ambiciosos impulsados por el Parlamento Europeo en cuanto a nuevos standards de CO2 para vehículos.

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